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Costa Noroeste EEUU – Día 7

// Author: Marina // 0 Comments

Costa Noroeste EEUU – Día 7

Clearwater + Toketee Falls + Watson Falls + Samuel J. Boardman Trailcoast + Brookings

Por fin amanece. Ha sido una noche de pesadillas y solo quería que amaneciera.  Estamos encantados de ver las primeras luces de la mañana y ponernos rumbo a las siguientes cascadas: Toketee Falls & Watson Falls. Nos encontramos solos, no hay ni un alma y eso se agradece. También el fresquito de la mañana después de una noche agobiante. Aunque ya haya amanecido, las cascadas aún están lo suficientemente escondidas para que no les llegue la luz del sol y podamos fotografiarlas sin tener que evitar los cambios de exposición.

Las Toketee Falls son unas cascadas en las que se puede obtener la “típica” fotografía desde un solo punto de vista. O mejor dicho, la “foto postal”. Seguimos un sendero de unos 15 minutos que nos conduce hasta un mirador desde el cual pudimos observarla a nuestros pies. El rugido del agua cayendo llega hasta donde estamos. El azul del agua se mezcla en el negro de la poza. Los colores verdes son tan potentes, parece que estamos en una selva de pinos. Debajo del mirador encontramos un rastro de un camino de tierra por el que bajar hasta la orilla. Sabemos que se puede bajar y que la gente desciende por ahí con cuerdas, porque en instagram hemos visto decenas de fotos de este lugar desde otros puntos de vista. Pero la pendiente es muy empinada y resulta  bastante peligrosa, así que decidimos no jugárnosla.

Además las siguientes cascadas también prometían. Fuimos a probar suerte en Watson Falls, a pocos kilómetros de allí.

Era alucinante como en un tramo tan corto podíamos encontrarnos con tantas cascadas. La mayoría de ellas estaban a pocos kilómetros o incluso a metros de distancia las unas de las otras. Son lugares escondidos en grutas. Si paseas por la carretera puedes escucharlas pero no verlas. El único inconveniente que tuvimos fue a la hora de encontrar una perspectiva diferente desde donde fotografiarlas.  En la ruta no parábamos de toparnos con decenas de carteles que nos prohibían salir de la ruta marcada. No todos los caminos llegaban hasta la base de la cascada, así que nos tocó investigar, salir de la ruta y buscar otra manera de llegar hasta el punto de vista que nos llamaba más la atención.

En ocasiones, tenemos que decirlo, fuimos un pelín temerarios para llegar a conseguir algunas fotos. Siempre con cuidado y mirando bien donde poner los pies. Hay que conocer el límite de cada uno, ya que nuestra salud está por encima de cualquier fotografía.

Watson Falls nos impresionó bastante. Al llega a la base de la cascada, el agua caía con tanta fuerza que hacía soplar el viento y nos mojaba de arriba abajo como si fuera un aspersor gigante. El ruido, ensordecedor. Hablábamos a gritos entre nosotros. Pero la belleza de aquel lugar lo superaba todo, el frío, el viento y la caladura en los huesos. Estuvimos un buen rato haciendo fotos antes de volver.

Cuando entras en un bosque te sientes totalmente indefenso. Lo único que te separa de estos animales es el camino por el que caminas. Pasamos bastantes retos solos por el bosque porque apenas hay turistas en estas zonas durante esta época del año, así que asusta un poco el pensar que en cualquier momento puedes toparte con alguno de estos bichos.

Por ello en cada parking o centro de interpretación se explica qué hacer en caso de encontrarte con un animal peligrosos y cómo evitar su ataque o atacarle tú. Lo peor siempre es salir huyendo, aunque dudo que tuviéramos el temple de encararles.

Nos tocaban 4 horas de viaje y volver a la costa. A pesar de lo que nosotros creíamos, los pueblos están muy alejados entre ellos. Hubo momentos en los que conducíamos cientos de kilómetros en medio de la naturaleza sin pasar por un pueblo, sin zonas habitadas. Ni una gasolinera o un restaurante de fast food.

Tras cuatro horas de viaje por fin llegamos a Samuel H. Boardmann. Así como en el norte encontrar un camping era tarea fácil, allí en el sur empezaba a ser más complicado. Optamos por dormir en la costa ya que la experiencia de la noche anterior no había sido nada satisfactoria y acabamos en un camping a pie de playa en Harbor  por 30$ la noche, con wifi y duchas que funcionan con monedas.

Aún nos quedaban unas pocas horas de luz, así que nos acercamos a los acantilados para dar un paseo. Allí los caminos ya no estaban tan cuidados ni tan bien indicados. Empezamos a caminar por un sendero equivocado, y tras dar varias vueltas conseguimos llegar al final de la ruta con el atardecer pisándonos los talones, pero justo a tiempo para fotografiar el espectáculo de luces. Playas escondidas, acantilados y arcos de roca creados por el mar.

Aunque intentamos aligerar el paso, la noche se nos echaba encima y volvimos casi a oscuras por el camino laberíntico. Montamos en el coche y regresamos a nuestra casa rodante.

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