Costa Noroeste EEUU – Día 9

Blue Lagoon + Red School House + Fern Dale + Albee Creek Campground
Abrí los ojos al notar la claridad dentro de la tienda de campaña. Abrí la cremallera de la tela que nos separaba del exterior para ver el panorama y salí escopetada nada más ver los remolinos de niebla sobre la superficie del lago. Hacía un frío que pelaba, pero el día estaba despejado y la luz dorada del amanecer empezaba a llegar a las copas de los árboles. Avisé a Guille para que se despertara y viniera conmigo. Nos pusimos unos vaqueros y una chaqueta encima del pijama que ya llevábamos y salimos a hacer las primeras fotos del día.




Nos dimos una ducha calentita para quitarnos el frío de la mañana y salimos sin desayunar porque ya no nos quedaban provisiones. Volvimos hasta Trinidad para desayunar. Nos sentamos un momento a mirar los mapas, y nos damos cuenta de todo lo que hemos visto estos días. Parece mentira que en poco más de una semana hayamos recorrido todo Washington y Oregón. Estábamos a punto de llegar a San Francisco y teníamos que pensar bien la ruta que nos tocaba hacer los próximos días. Antes de seguir bajando hacia el sur, hicimos una rápida parada en Red Schoolhouse para ver un antiguo colegio de madera y pintado de rojo.

A pesar de que estaba prohibido atravesar la campa para hacerse unas fotos, cruzamos rápidamente para tener un recuerdo del sitio. Después salimos con el coche rumbo a Ferndale.

Ferndale es un pueblo antiguo que se ha conservado desde sus inicios, por lo que pasear por sus calles y ver las casitas antiguas recién pintadas y bien cuidadas es como viajar en el tiempo dentro de una película americana.

Casualidad de las casualidades, ese día había YARD SALE. Es trata de una venta de antigüedades que cada familia realiza a puertas abiertas en el jardín de sus casas. ¿Puede molar más? Solo se realiza una vez al año, y justo estábamos nosotros allí! Había un ambiente genial y nos animamos a entrar en cada jardín para ver las cosas que venden. ¡Qué pena que no nos entrara ni un grano de arroz en la maleta! Nos habríamos comprado mil cosas.



Un chico muy simpático nos contó que Ferndale se había dedicado durante muchos años a la mantequilla (y aún lo seguís haciendo). Tenían muchas vacas y la mantequilla que hacían con su leche se vendía por todo Estados Unidos. Gracias a ello el pueblo había sobrevivido muchas familias se habían enriquecido. Esa era la razón por la que casi todas las casa antiguas se veían como pequeños palacios. Nos contó que el pueblo se había mandado construir con la madera de mejor calidad, y por eso aún se conservaban en pie.



Aprovechamos para comer una pizza gigante en Ferndale Pizza. Buenísima, gordota y con bien de queso como nos gusta a nosotros.

Con el buche lleno y a punto de salir rodando, montamos en el coche rumbo al bosque. Esta vez a Albee Creek Campground para pasar la noche. Nuestra idea era realizar una ruta antes de que anocheciera, pero el plan cambió radicalmente al llegar al camping, donde un cartel rezaba “Cerrado por fuera de temporada”. ¿Qué podíamos hacer? No nos quedaba tiempo para ponernos a buscar otro lugar. Empezamos a ponernos nerviosos cuando otra caravana llegó a donde estábamos con la misma cara de sorpresa que nosotros. Charlamos un rato con ellos, preguntándoles qué iban a hacer, y si conocían otro lugar cercano. Por lo visto no había ningún sitio a bastantes kilómetros a la redonda donde hacer noche. Así que decidimos apoyarnos los unos a los otros y dormir allí, aparcados a pocos metros por si ocurriera algo. Lo que más miedo nos daban eran los osos. No parábamos de ver carteles a cada paso donde nos advertían del peligro y de no dejar comida a la vista.

Desde luego no se nos ocurrió dormir en la tienda. Aquella noche tocaba pasarla dentro del coche, y toda la comida fuera, en su respectiva caja de metal anti-osos. Aunque no había baños, al menos una fuente disponía agua potable. Aproveché a lavar la ropa y asearme un poco. No podíamos dejar de mirar alrededor nuestro cada pocos minutos, buscando una presencia de algún animal. De alguna manera nos daba la sensación de que algo nos observaba.

Por si fuera poco el miedo que teníamos, decidimos dar un paseo a orillas de un enorme prado. La luz del atardecer lo bañaba todo de un color dorado y era imposible no fotografiar aquel espectáculo. Bordeamos el camping buscando animales. No fue difícil verlos. En cuestión de 15 minutos nos topamos con un zorrito, varias ardillas, un enorme ciervo, varios corzos… y un lince! Era increíble la cantidad de bichos… Se hacía de noche. Volvimos al coche, cerramos a cal y canto todas las puertas, e intentamos conciliar el sueño.
Comments are closed.