Día 2 – Costa Oeste Estados Unidos – Death Valley

Costa Oeste Estados Unidos – West Coast United States
DEATH VALLEY
Día 4 – Viernes 27 de Abril – Death Valley
Después de aquel espectacular amanecer en Yosemite – aquel que con el que se despidió el majestuoso valle- nos pusimos en marcha hacia un lugar que poco tenía que ver con los verdes bosques y las frías aguas de aquel valle. En la entrada de hoy, os contamos cómo fueron dos días intensos de calor en el Valle de la Muerte, o mejor dicho Death Valley. Y como su mismo nombre indica, en este inhóspito lugar había que extremar mucho las precauciones, si no queríamos morir deshidratados en el desierto más calurosos de los Estados Unidos.
Nuestra primera sorpresa al dejar atrás Yosemite, fue darnos cuenta de que el viaje hasta el desierto sería de casi 8 horas. La carretera por Glacier Point aún estaba cerrada por nieve, y eso hizo que tuviéramos que hacer un rodeo, sumando 4 horas más a nuestro viaje. Y como no sabíamos si llegaríamos a tiempo, decidimos viajar con calma. Eran las 8 de la mañana y a quien madruga Dios le ayuda, no?
De camino tan solo hicimos una parada para hacer la compra y echar gasolina antes de entrar al valle, ya nos habíamos informado de que las gasolineras allí eran bastante caras. Tampoco sabíamos donde dormiríamos, porque los alojamientos cuestan mínimo 140$ la noche y tan solo existen dos campings (que ni siquiera tienen duchas). Ambos campings son first-come-first-serve, así que ni siquiera sabíamos si estarían completos… Si no, nos tocaría dormir en el coche.
Gran parte del camino lo hicimos sin cobertura en el móvil, lo cual hacía más fácil que nos perdiéramos. Del Gps ya ni nos fiábamos porque podía meternos por cualquier camino, así que nos fuimos guiando un poco por intuición y mirando los mapas. De algo no había duda, y es que cada vez nos acercábamos más al desierto, porque donde había bosques, empezaron a aparecer campos, y después explanadas enteras de tierra sin vegetación. Y lo peor de todo, el calor.
Según nos íbamos acercando, la temperatura iba subiendo como la espuma. 20 grados, 25, 30… El sol pegaba fuerte y dentro del coche, si no fuera por el aire acondicionado habríamos acabado muertos de calor! Teníamos tantas ganas de llegar antes de que anocheciera, que ni siquiera paramos a comer. Y cuando ya solo quedaban 3 horas para llegar, empezó el viento. Como allí no había más que arena, y nada para contenerla, volaba por todas partes. Había zonas en la carretera que estaban completamente tapadas con arena, y nos preguntamos cómo íbamos a dormir dentro de la tienda de campaña en esas condiciones. Intenté salir del coche para fotografiar el paisaje marciano con la arena volando alrededor de nosotros y se me metían los granos por la nariz y la boca, y me volví para dentro escopetada.
En cualquier web en la que busquéis información, leeréis que el Valle de la Muerte es muy peligroso por sus altas temperaturas, y que no debéis confiaros. Debéis llevar con vosotros litros y litros de agua. En nuestro caso fueron 3 garrafas, en total 6 litros, que rellenábamos cada día. También hay escorpiones (pequeños y gigantes) y serpientes de Cascabel (Rattlesnakes). Esto os lo cuento para hacerlo un poquito más divertido. Por si no fuera poco, por el camino, a pocos kilómetros del camping, una serpiente gigante y de color verde se nos cruzó en medio de la carretera.
Cuando ya pensábamos que el calor no podía ir a más, nos equivocábamos. Ya eran las 17:00 de la tarde, pero la aguja marcaba los 37º. Y por fin, después de 8 horas de viaje, llegamos a Estovepipe Campground, uno de los dos campings del valle. Con la alegría de encontrárnoslo prácticamente vacío. ¡Bien! Pero no había duchas y llevábamos dos días sin asearnos. Con ese calor las íbamos a necesitar.
Frente al camping hay un hotel (Estovepipe Wells Village), con piscina. Y habíamos leído en internet que la gente del camping podía utilizar las duchas y la piscina por tan solo 4$ por persona. Nos parecía tan barato que no nos lo creíamos, así que lo primero que hicimos fue ir a preguntar y el señor del hotel nos lo corroboró. 4$ y acceso todo el día 😀
Antes de visitar las dunas de Mesquite al tardecer, preparamos el coche para dormir. Con el viento que hacía iba a ser imposible dormir dentro de la tienda. A tan solo 3 millas del camping se encuentra Mesquite Flat Sand Dunes. Y aunque no nos iba a dar tiempo a fotografiarlo al atardecer, queríamos visitar el lugar antes de que se hiciera de noche, para tenerlo más fácil cuando al día siguiente nos tocara levantarnos de madrugada y llegar al centro del desierto prácticamente de noche.Por supuesto, de vuelta al camping, no podíamos aguantar más del calor, ni del sudor de los días… Y sí, efectivamente, nos fuimos directos a la piscina. Chapuzón, duchita, pelo bien limpio… El agua de la pisci estaba perfecta, y además te ofrecían toallas limpias, champú, gel y acondicionador gratis! GRA-TIS! Increíble, no podemos pedir más. El Valle de la Muerte parecía de todo menos para morirse allí. Cenamos agotados, pero muy felices y fresquitos (dentro de lo que cabe), y nos preparamos para una noche en la esperábamos que bajaran un poquito más las temperaturas.
Dia 5 – Sábado 28 de Abril – Death Valley
¿Preparados para un día entero en el Valle de la Muerte a casi 40º? Síííí! He de decir que nosotros, que venimos de Bilbao, el tema del calor se nos hace muy agobiante. No lo soportamos bien, enseguida nos sofocamos, y teníamos miedo de que pasar varios días en el desierto nos fuera a dejar KO. Pero teniendo aire acondicionado en el coche y piscina, todo era posible!
Aquella noche había por fin refrescado y hasta habíamos tenido que echarnos la manta encima. Como todos los días, a las 5:00 ya estábamos rumbo a fotografiar el amanecer. Yo me llevé mi vestido blanco, a ver si podía aprovechar y hacer unas fotos.
Andar sobre las dunas no era fácil. Pero hacerlo de noche antes del amanecer y con fresquito, lo hacía mucho más ameno. A pesar de la lata que nos habían dado los fuertes vientos del día anterior, había una cosa que no habíamos pensado: Y es que gracias a él, durante la noche se habían borrado todas las huellas de los turistas, y las dunas estaban intactas. Sin duda era un paisaje que pocas partes del mundo se tiene la oportunidad de disfrutar, así que aprovechamos al máximo la experiencia.
Ya habíamos visto amanecer en el desierto en nuestro viaje a Marruecos…pero nunca solos en medio de la nada. Lo más increíble fue cómo cambió la temperatura de color en las dunas conforme pasaban los minutos. Primero eran azules, después moradas, luego beiges, amarillas, naranjas… Cuando salió el sol, éste hizo que las dunas comenzaran a hacerse sombras las unas a las otras, creando un espectáculo de luces y sombras precioso.
Aprovechamos los primeros 15 minutos del amanecer para hacer unos retratos en este paisaje tan alucinante. Corrimos como locos de una localización a otra buscando jugar con el sol y las montañas de arena. Pensábamos que fotografiar en un desierto sería complicado por la luz tan fuerte, pero la verdad es que las fotos salían solas. Lo que no eran tan fácil era correr vestida así sobre la arena jaja! En cuanto salió el sol, tan solo tuvimos unos pocos minutos para hacer las fotos. Una vez ya estuvo un palmo por encima del horizonte, aprovechamos a realizar fotografías de paisaje, ayudándonos de las formas de las dunas para componer.
La hora dorada desapareció tan pronto como había llegado, dando paso a un día de calor intenso. Volver al coche sobre nuestros pasos fue lo más duro. No nos habíamos percatado de lo lejos que nos habíamos ido caminando hasta que tuvimos que regresar. Casi una hora y media andando sobre montañas de arena.
Desayunamos a la sombra de nuestro propio coche, porque no, no hay árboles. Y nos planteamos ver al menos dos puntos más antes de las 13:00. A ver cuánto aguantamos debajo de éste sol. Hicimos un recorrido 5 millas hasta Golden Canyon, y nos costó Dios y ayuda llegar hasta allí. Además tampoco nos gustó especialmente, aunque la razón fue el solazo que hacía, que impedía hacer unas buenas fotos y mucho menos disfrutar del camino. Seguramente en una buena hora de luz, aquel lugar tendría otro encanto.
También paramos en el Visitor Center en Furnace Creek, en el que había aire acondicionado y agua fresquita. Estuvimos un buen rato en el museo, informándonos y conociendo un poco más el parque. Los primeros que llegaron allí fueron los mineros, que trabajaron durante años en las minas de BORAX. También se encontró oro en su día. Pero cuando el BORAX empezó a decaer, abandonaron sus asentamientos. Aún siguen en pie algunas de sus construcciones, e incluso entradas a las antiguas minas a las que, por razones de seguridad, está prohibido acceder.
A las 13:30 de la tarde no podíamos ya con el calor, así que volvimos a la piscina, sandwich casero en mano, a descansar y escribir el diario hasta las 17:00 de la tarde. Teniendo en cuenta que nos levantamos a las 5:00 de la mañana, los días se nos hacen eternos, y para la hora de comer estamos ya muy cansados. Necesitamos hacer un parón y reponer fuerzas, y qué mejor que hacerlo en las peores horas del día en cuanto a luz.
Parecía increíble que, siendo la época más indicada para visitar Death Valley, y siendo sábado, hubiera tan poca gente allí. El camping estaba prácticamente vacío y la piscina entera para nosotros!
A las 17:00 nos desperezamos y nos pusimos rumbo a dos destinos. El primero, Twenty Mule Road Canyon, una ruta en coche entre paredes esculpidas por el agua, en tonos pasteles y blancos. Como la ruta es en coche, es muy cómoda y tiene varios sitios donde poder ir parando y hacer fotos.
Y el segundo, y más impresionante, Zabriskie Point. A éste último llegamos con prisas (nos quedamos demasiado tiempo haciendo fotos en la ruta anterior, a pesar de que están a escasos 3km el uno del otro), y con el sol ya escondiéndose. Sin embargo, el color azulado de la arena cuando empezó a hacerse de noche fue casi mágico, y nos gustó mucho más fotografiar con las últimas luces del día y con una enorme luna que asomaba entre las montañas. Este lugar cambia tanto con la luz, y adquiere unas texturas preciosas para fotografiar.
Conseguimos unas cuantas fotos con la luna de fondo, porque había luna llena estos días. Eso quería decir que aquellas noches no pudimos disfrutar al 100% de la preciosa vía láctea que ofrece Death Valley, uno de los lugares en el mundo con menos contaminación lumínica. ¡Otra vez será!
Cenamos de menú camping gas como cada noche, ensalada estilo “César” (más mala que la tiña) y a dormir. Una noche más dentro del coche, y es que a decir verdad no nos hace mucha gracia que nos aparezca una serpiente o un escorpión mientras dormimos, sobre todo sabiendo que por la noche es cuando más activos están.
Día 6: Domingo 29 de Abril – Death Valley
Era nuestro último día en Death Valley: Nos tocaba ver amanecer en la Cuenca de Badwater. Como no habíamos montado la tienda, recogimos en un pispas el campamento y salimos pitando, porque desde Stovepipe hay 40 minutos en coche hasta allí, y quizás no llegaríamos a tiempo. La temperatura de madrugada era de unos 17º, y era tan agradable ese fresquito sabiendo que en muy pocas horas el termómetro se pondría a casi 40º en Abril!
Bad water consiguió ese nombre cuando un antiguo minero llego a una de las charcas para darle de beber a sus burros. Sin embargo, el agua, que estaba salada, y el minero se encargó de avisar a sus compañeros de que “El agua estaba mala”, y de ahí el nombre de Bad-Water. Se trata de una llanura inmensa de sal.
El paisaje era lunar. A pesar de que se aparca a muy pocos metros de la cuenca, hay que andar al menos un kilómetro y medio en llano hasta llegar a alguna zona en la que se aprecien bien las formas de la sal seca. Los turistas, al pisar sobre la sal, la hemos ido destruyendo a lo largo de los años, y cada vez hay que irse más lejos para conseguir ver las formas intactas. Una vez allí, el paisaje es sobrecogedor, y lo más increíble, el silencio es atronador. Una laguna inmensa en la que no se aprecia ni el inicio ni el final, y no se escucha nada.
Lo difícil de fotografiar el amanecer aquí, es que las montañas que quedaban detrás de la salina eran bastante altas, e impedían que llegara el sol hasta casi una hora después de haber amanecido, impidiendo fotografiar con las primeras luces doradas del amanecer, ya que quedábamos en sombra, por lo que pensamos que quizás hubiera sido mejor fotografiar aquel lugar al atardecer. Sin embargo, con un filtro de densidad neutra para oscurecer el horizonte conseguimos resaltar ese color blanquecino de la sal:
Como idea si vas a realizar fotos en este lugar: Carga contigo unos cuantos litros de agua y úsalos para crear el efecto espejo en el suelo. Nosotros pensábamos (no sé por qué, ya que es un desierto), que allí habría pequeños charcos de agua. Pero no los encontramos cuando llegamos, excepto la pequeña charca que hay justo debajo del aparcamiento. Pero está prohibido pasar ya que habitan seres vivos en ella y están protegidos.
Tocaba ya despedirnos de Death Valley y ponernos rumbo al siguiente parque: Valley of Fire!