Día 9 – Costa Oeste Estados Unidos – Santa Cruz
Día 14 – Domingo 6 de Mayo
Nos hemos despertado con la luz del amanecer. ¡Qué bien se estaba en el saco! Fuera hacía el típico frío de la mañana pero el sol ya empezaba a colarse entre las ramas de los árboles. Era nuestro último día lejos de la civilización, volvíamos a la costa de California. Y aunque nos daba muchísima pena, también empezábamos a tener ganas de ver el mar y disfrutar en la playa.
Después de parar en algunos miradores para ver el Gran Cañón con las primeras luces del día, y sin mucho éxito (la luz no era tan bonita como la del atardecer del día anterior), nos pusimos rumbo a Santa Cruz. Al mediodía decidimos parar a comer y descansar un rato. Tomamos un desvío con la inmensa suerte de acabar en un pueblo llamado Seligman donde estaban celebrando un evento de automóviles antiguos!
Sin quererlo, nos encontrábamos en en medio de la Ruta 66. Con un solazo de impresión, música a todo volumen, motores rugiendo y coches de todos los estilos colores. ¡No dudamos ni un segundo en unirnos a la fiesta!
Había coches antiguos de todo tipo, y cuidados como si fueran nuevos. Relucían bajo el sol abrasador de Arizona. Los banderines de colores ondeaban sobre nuestras cabezas y cientos de personas celebraban comiendo, bebiendo y admirando aquellas joyas de la carretera. Al final acabamos alargando nuestra breve parada dos horas, antes de retomar nuestro camino.
Fueron 9 horas de viaje hasta llegar a un Motel 6 donde hicimos noche a 3 horas de distancia de nuestro destino: Santa Cruz.
Día 14 – Lunes 7 de Mayo
Nos despertamos muy pronto para comenzar cuanto antes la última parte del viaje. El desierto se fue poco a poco convirtiendo en campos amarillos. Los campos amarillos en verdes praderas, y pronto en dunas. En pocas horas ya estábamos divisando el mar a lo lejos. Después de tantos días en el desierto fue como encontrarnos frente a un espejismo.
Nuestra primera parada la hicimos en Carmel by the Sea. Este precioso pueblecito costero donde Clint Eastwood fue alcalde entre el 86 y el 88. El lugar nos sorprendió, porque las casitas están construidas con un estilo similar a la arquitectura del norte de europa. Tienen mucho encanto y merece la pena perderse entre las callejuelas, a la sombra y descubriendo rincones llenos de pequeños jardines con flores y suculentas de colores por todas partes.
Dimos un paseo, caminamos hasta la playa… y después condujimos hasta Pleasure Point en Santa Cruz. Conocíamos este lugar por el anterior viaje a Estados Unidos en el 2017. Aquella vez estuvimos allí apenas unas horas, pero el ambiente surfero nos enamoró. Esta vez decidimos quedarnos un par de noches. Necesitábamos relax, descansar tras todas las aventuras vividas y noches en tienda de campaña, y por supuesto darnos un baño, dormir sobre un buen colchón y dejar de comer comida de sobre al menos por un par de días. Los últimos de nuestro viaje.
Después de comer en Pleasure Pizza unas pizzas caseras increíbles ( Pesto – lima – gambas y salchicha – jamón – bacon – peperoni ) fuimos al hotel a dejar nuestras maletas.
Habíamos reservado habitación en un hotel en el que encontramos una oferta de última hora y que me gustaría compartir con vosotrxs porque fue un verdadero acierto: Fairfield Inn
Nos atendieron genial a nuestra llegada, nos ofrecieron cookies de choco <3 El desayuno y la piscina estaban incluidos. Contentos de haber acertado, nos dimos un chapuzón en la piscina para quitarnos el calor del día y después nos arreglamos para dar un paseo por Capitola, una zona de playa preciosa con el típico muelle de madera (wharf). Estaba precioso al atardecer y las casitas de colores se reflejaban en las calmadas aguas de la ría:
Allí vimos cómo el horizonte se tragó al sol mientras el cielo se fue tornando de un color cada vez más cálido hasta dejar los reflejos rosados en las nubes que flotaban en el cielo.
Y así, con el sonido de las olas llegando a la orilla, fue como despedimos el penúltimo día de nuestro viaje.
Día 16: Martes 8 de Mayo
Nos levantamos pronto porque a pesar de las pocas olas que marcaban, nos habíamos propuesto alquilar una tabla y surfear todo el día. Las alquilamos junto con los trajes de neopreno, por 40€ cada uno. No era barato, pero la ilusión y las ganas pudieron con la tentación! Hay muchas tiendas de surf que ofrecen alquiler de material en todo el pueblo. Compramos también una funda acuática para el móvil donde nos cabían las llaves del coche. Así podríamos estar tranquilos y hacer fotos dentro del agua.
Apenas había olas, pero las suficientes para animarnos. En Pleasure Point hay varios picos y todos ellos con fondo de roca (lisa), y apenas cubre. Así que hay que aprender a no caerse de la tabla y salir bien de la ola. Yo personalmente no quise poner ni un pie, ya que no solo no quería tocar el fondo, había algo peor: Las algas. No os hacéis una idea de la cantidad de algas que había, te tocaban los pies continuamente pegándote sustos de muerte, se enredaban en el invento y te frenaban la tabla. En fin, fue toda una experiencia. Pero para experiencia, la que vivimos surfeando rodeados de focas, que emergían sus cabezas de vez en cuando, a veces a pocos metros de nosotros. Yo solo rezaba para que no apareciera un tiburón. Además también había pelícanos y cormoranes volando y pescando a nuestro alrededor.
Pasamos el día surfeando, con una extensa parada para comer en East Side Eatery. Apuntaros este lugar porque merece mucho la pena: Pulled pork, Chicken and Mango Salad, Alitas de pollo Barbacoa (las mejores que hemos probado nunca sin duda).
Aquella tarde surfeando fue la última de nuestro viaje. No podíamos creer que al día siguiente estaríamos volando de vuelta a casa… Pero nos quedaba una última sorpresa. En el hotel nos habían guardado las maletas y al ir a recogerlas nos invitaron a darnos un último chapuzón en la piscina.
Final redondo para un viaje que no empezó del todo como esperábamos, y que fue mejorando cada día.
Gracias Estados Unidos una vez más por acogernos tan bien, y volver a dejarnos con ganas de más. ¡Esperamos volver muy muy pronto!
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