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Días 3 & 4 – Argentina – El Calafate / Perito Moreno

// Author: Marina // 0 Comments

Jueves 18 de Octubre del 2018 – El Calafate

No paró de llover en todo el trayecto hasta el aeropuerto. Ese día volábamos hasta El Calafate, con una escala en Córdoba. En total casi 7 horas de vuelo en las que fuimos prácticamente dormidos. Llegamos a El Calafate sobre las 17:00, justo a tiempo para recoger nuestro coche de alquiler y conducir los 30 minutos que separan el aeropuerto del centro del pueblo. Ya desde el avión habíamos divisado el gran Lago Argentino de color turquesa, los glaciares y la cordillera de las montañas con sus picos nevados. Habíamos pasado del calor más pegajoso a estar a 5º grados rodeados de hielo. El paisaje era lunático. La nada a nuestro alrededor y las altísimas montañas al fondo.

Ya en El Calafate nos acercamos a la agencia con la que habíamos contratado una excursión por el Glaciar Perito Moreno al día siguiente, pasamos por el supermercado y por último buscamos las Cabañas Nevis, donde los alojaríamos las siguientes noches. El sitio era precioso, con unas 6 cabañas de madera de forma triangular, preparadas con su cocinita y unas escaleras al piso superior donde están las habitaciones. Probablemente uno de los sitios más bonitos donde hemos dormido.

Aquella noche preparamos nosotros la cena y nos echamos pronto a dormir. ¡El próximo día nos esperaba una gran aventura!

Viernes 19 de octubre del 2018 – Excursión al Perito Moreno

Madrugamos mucho, salimos a las 7:15 de allí y condujimos hasta el Parque Nacional de los Glaciares a las 8:45. Se tarda aproximadamente 1h. y 50 minutos en coche. El día era perfecto, ni una sola nube en el cielo, algo que solo ocurre dos días al año (¿Podíamos tener más suerte?). Mientras conducíamos, se cruzaron varias libres por la carretera, la cual empezó siendo una línea recta y a medida que llegábamos a nuestro destino se fue transformando en una serie de curvas. Rodeábamos el lago, donde algunos Icebergs flotando nos advirtieron de que ya estábamos cerca del Glaciar.

Al doblar una curva lo vimos aparecer a lo lejos. Una muralla de unos 60 metros de hielo brillando bajo el sol. Aparcamos el coche en “Puerto en las Sombras” y desde allí tomamos un barco que nos cruzó hasta la otra orilla junto a otras 40 personas.

Un guía nos dio una breve explicación de dónde nos encontrábamos, la ruta que íbamos a hacer y nos contó sobre la fauna en el glaciar. Después nos colocaron uno a uno los crampones, nos dividieron en pequeños grupos y comenzamos el Trekking andando sobre aquella inmensa masa de hielo del tamaño de la ciudad de Buenos Aires!

El primer contacto con los crampones fue mejor de lo que esperabamos. Aunque eran bastante viejos, eran ligeros y fue fácil dominarlos. El suelo estaba más duro de lo que parecía a simple vista, y era mejor dar un buen pisotón a cada paso para que el crampón quedara bien sujeto. Pero se andaba estupendamente. Íbamos en fila india como ovejitas y parábamos cada pocos metros para hacer alguna foto.

Aunque era casi imposible hacer fotografías decentes, porque éramos muchos y todo el mundo se ponía en medio… Así que no juzguéis nuestras fotos: A las 12:00 del medio día y con la verbena de la paloma caminando encima del Glaciar, fue lo mejor que pudimos hacerlo!
Disfrutamos del paisaje y la experiencia, que era lo que habíamos venido a hacer.

En el grupo hicimos amistad con una pareja de españoles. Pasamos el día con ellos, compartiendo experiencias de nuestros viajes pasados.

La caminata terminó con un chupito de Whiskie con hielo y unos bombones de chocolate que los guías prepararon para todos.

Por último, nos dieron paso para adentrarnos, ya sin los crampones, a una cueva de hielo cerca del campamento base. Los colores azules del hielo eran impresionantes.

Después de comer un bocatas, tomamos el barco de vuelta al puerto. Desde allí, seguimos en coche hacia las Pasarelas, una zona habilitada para ver el Glaciar desde una vista más frontal. Normalmente se producen derrumbes cada ciertos minutos, pero no tuvimos la suerte de verlos, y solo vimos pequeños pedazos de hielo romperse y chocar contra la superficie del lago. El glaciar avanza 1,50 metros al día, y éste en concreto tiene la peculiaridad de ser uno de los únicos que no está decreciendo a causa del calentamiento global y aún mantiene su tamaño.

Estuvimos un buen rato sentados observándolo, antes de conducir de vuelta a El Calafate. Ya en el pueblo, cenamos en el Restaurante Casimiro. Todo lo que pedimos estaba buenísimo. Pudimos probar el tradicional Cordero a la Brasa y de postre: Pancakes con dulce de leche, que estaban de escándalo. ¡Qué bien dormimos aquella noche!

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