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Días 4 & 5 – Argentina: El Chaltén + Ruta al Campamento Poincenot

// Author: Marina // 0 Comments

Sábado 20 de Octubre del 2018 – El Chaltén

No teníamos prisa por llegar pronto a El Chaltén, así que no madrugamos mucho y optamos por tomárnoslo con calma. Recogimos nuestras maletas y dejamos atrás nuestra preciosa cabañita de madera. El viaje hasta El Chaltén era de 3 horas y 20 minutos y lo hicimos disfrutando del paisaje. A pocos kilómetros de El Calafate empezamos a ver los primeros guanacos, de la misma especie que las llamas, pero salvajes. Pastaban en los campos, corrían y hasta les vimos saltar altísimas vallas que separaban unas fincas de otras. Son unos animales preciosos.

El viaje a veces se hacía monótono porque las carreteras son larguísimas líneas rectas. El paisaje era muy bonito y diferente a lo que estamos acostumbrados. Podría decirse que una mezcla entre el paisaje lunar Islandés y los extensos campos escoceses, los inmensos lagos de noruega y las enormes montañas de los Alpes, todo junto.

Cuanto más nos acercábamos a El Chaltén, mejor distinguíamos las montañas, hasta que por fin pudimos divisar el Fitz Roy entre las espesas nubes de tormenta que amenazaban con nieve en toda la cordillera.

La temperatura no era muy fría, pero sí el viento que empezaba a soplar. Venía directo de los glaciares dejándonos congelados. Esa noche nos alejaríamos en las cabañas Paso del Viento, así que lo primero que hicimos al llegar fue dejar las maletas y preparar algo para comer.

Desde El Chaltén la gran mayoría de rutas son caminatas de un día, pero ya era la hora de comer, así que optamos por visitar un par de sitios fáciles y descansar. Debíamos guardar fuerzas para los siguientes dos días.

Aquella tarde dimos dos pequeños paseos. El primero, de tan solo 10 minutos de caminata para ver “El Chorrillo“, un salto de agua muy bonito a pocos kilómetros del pueblo. No sabemos si fue por la hora, o porque justo había aparcado un bus con turistas, pero aquello parecía un peregrinaje de la cantidad de gente que había. Esperamos con paciencia a que se fueran y después pudimos hacer alguna foto. Desde allí no se veían las montañas y estábamos resguardados del viento.

Después aprovechamos para hacer algunas compras en el supermercado, y nos hicimos con un mapa más detallado de las rutas que haríamos los siguientes días y nos acercamos hasta el Mirador de los Cóndores. Una ruta de unos 20 minutos bastante empinada. Las nubes se arremolinaban alrededor de los picos y era imposible verlos. El viento empezó a soplar con más fuerza y a caer las primeras gotas de lluvia. Bajamos antes de que empezara a jarrear fuimos descenciendo, con la suerte de toparnos con un armadillo!!

Aquella noche nos dimos un homenaje y fuimos a cenar a una Pizzería llamada Ruca Mahuida. Allí, entre paredes de madera, grandes ventanales con vistas a las montañas, la chimenea encendida y mesas rústicas, comimos una de las mejores pizzas argentinas de nuestra vida!

La camarera nos atendió muy amablemente y el agua nos la puso en una jarrita. Así que la bebida y la enorme pizza nos salió por un total de 10€. Barato e increíblemente bueno, además de acogedor. ¡Volveríamos todos los días!

Domingo 21 de Octubre del 2018 – Ruta hasta el Campamento Poincenot

Llevaba toda la noche lloviendo y siguió así durante toda la mañana… Nuestros planes de comenzar el trekking por la mañana se vieron truncados y tuvimos que esperar en una cafetería varias horas a que escampara…

Preparamos las dos mochilas con todo lo necesario para los próximos tres días. Los sacos, la tienda de campaña, el camping gas, la comida , ropa y las cámaras de fotos con las baterías bien cargadas. Los trekkings serían de varias horas y dormiríamos dos noches en tienda de campaña. Teníamos que prepararnos para pasar frío en las noches en la montaña.

Ya habían pasado más de las 14:00 de la tarde y no había parado de llover. Pero no podíamos esperar a que escampara, teníamos que empezar la ruta si queríamos llegar antes de la noche al Campamento Poincenot.

Frío, mucho viento, y 4 horas por delante con dos mochilas de 7 kilos a las espaldas. La primera parte del camino era bastante empinada. Al llevar tanto peso se nos hizo dura. Durante una hora el camino ascendía serpenteando y atravesando bosques. Después el paisaje se convirtió en un valle precioso con las montañas al fondo.

En esta parte de la ruta estábamos ya bastante altos y la lluvia se convirtió en nieve. Pero el paisaje era tan bonito que el frío ya nos daba igual. El valle se fue haciendo cada vez más llano hasta convertirse en un humedal, salpicado por pequeñas lagunas.

A mitad del trayecto, el cielo se abrió. La lluvia cesó y el sol se asomó entre las nubes. Pero el Fitz Roy seguía tapado, en algún lugar frente a nosotros. Tendríamos que esperar al siguiente día para poder verlo.

Tres horas y media después llegamos al campamento, ubicado dentro de un espeso bosque. Exhaustos y felices de haber llegado a tiempo, montamos la tienda en un huequito que los montañeros habían creado con maderas para protegerse del viento.

Nos alegró ver un montón de pajaritos que vinieron a saludarnos pidiendo comida. Teníamos un poquito de pan, así que esperamos a que se acercaran hasta nuestras manos a picotear para hacerles fotos:

Recogimos agua del riachuelo e hicimos la cena. Al día siguiente subiríamos hasta la Laguna de los Tres y nos gustaría llegar al amanecer. Para ello tendríamos que despertarnos muy pronto, casi de noche. Así que nos metimos en nuestros sacos e intentamos dormir mientras fuera se terminaba de despejar del todo y caía una helada que al día siguiente dejaría todo blanco.

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