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Días 5+6 – Argentina: Laguna de los Tres + Fitz Roy + Laguna Torre

// Author: Marina // 0 Comments

Lunes 22 de Octubre del 2018: Ruta desde Campamento Poincenot hasta La Laguna de los Tres + Ruta hasta la Laguna Torre

Era de noche cuando el despertador sonó a las 4:00 de la madrugada. Dentro del bosque no había ni un ápice de luz, pero al salir a la orilla del riachuelo el cielo se veía azul y una pequeña claridad nos ayudaba a orientarnos. A varios grados bajo cero y con el suelo congelado crujiendo bajo nuestros pies, nos pusimos las linternas y comenzamos nuestra ruta.

La ruta a la Laguna de los Tres es de hora y media. Un “pequeño” paseo con un desnivel de 400 metros en tan solo 2 kilómetros. No éramos conscientes de la pechada que nos quedaba por delante hasta que empezamos a subir las escaleras de piedra, casi trepando en algunas zonas. En varios tramos, el agua de los pequeños riachuelos estaba congelada y había que estar atentos para no resbalar pendiente abajo.

Media hora después la claridad hizo que pudiéramos apagar nuestras linternas. Nuestra respiración estaba entrecortada, entre jadeos por el esfuerzo al ascender y el frío que nos helaba las gargantas. La subida fue mucho más dura de lo que habíamos pensado. Tuvimos que parar en varias ocasiones para tomar aire, y eso hizo que llegáramos media hora más tarde de lo esperado, perdiendo la oportunidad de ver los primeros rayos de sol iluminando las paredes rocosas del Fitz Roy.

Pero lo importante es que conseguimos llegar, y además fuimos los primeros aquel día. Para nuestra sorpresa, cuando nos asomamos a ver la laguna, descubrimos que estaba congelada y cubierta de nieve ¡No había laguna! Pero el paisaje era precioso, el esfuerzo había merecido la pena.

Divisamos en la nieve las huellas bien marcadas de un felino grande, probablemente un puma (no existe otro animal parecido en esta zona).

Después de admirar un largo rato el Fitz Roy, ya completamente iluminado por el sol, y las vistas bajo nuestros pies, iniciamos el descenso al campamento. No habíamos desayunado y nos moríamos de hambre y cansancio.

Después de coger fuerzas, recogimos la tienda de campaña, empaquetamos todas nuestras cosas e iniciamos la siguiente ruta hasta la Laguna Torre y el Camping de Agostini, en otro valle.

El camino retrocedía unos pocos cientos de metros, y después tomaba otra dirección. Fuimos llaneando en todo momento, casi sin encontrarnos con otros senderistas, cruzando bosques y bosques, y valles con enormes lagunas. El día era espléndido y se podía estar en camiseta de manta corta. Por el camino descubrimos nuevas huellas de puma, y escuchamos un sonido entre los matorrales. Nos asustamos mucho al oírlo y nos quedamos quietos esperando a que saliera… Una liebre! jajaja

El camino era mucho más largo de que indicaba en el mapa, y sumado al peso de nuestras mochilas y el cansancio de la ruta que habíamos hecho a la mañana y el calor, se nos hizo muy pesado. Parábamos a descansar casi cada 15 minutos y las plantas de los pies nos ardían, casi tanto como nuestra espalda. Cuando pensábamos que por fin llegábamos, un nuevo bosque que atravesar aparecía frente a nosotros. El camino parecía no tener fin.

Pero conseguimos hacerlo entero y llegar a media tarde. Con tiempo para montar la tienda, merendar, descansar y echar un vistazo a la Laguna Torre, donde flotan los icebergs del glaciar.

Estábamos tan cansados que el solo hecho de montar la tienda o desabrocharnos las botas nos producía una pereza infinita. Pero preferimos no dejarlo para la noche y dejar la tienda preparada. El sol se colaba por la puertita de la tienda y durante unos minutos nos quedamos dormidos sobre las esterillas. Era difícil que saliéramos de allí con los a gustito que se estaba. Hasta que el rayo de sol se esfumó y el frío hizo que nos espabiláramos y nos acercáramos hasta la Laguna Torre, a 10 minutos de donde estábamos.

Las aguas tenían un color agrisado debido a la arenilla y el polvo de las orillas. Pero los icebergs flotante, El Cerro Torre a lo lejos, y el pequeño glaciar le daban un aspecto de cuento. Esperamos hasta que se escondió el sol para hacer algunas fotos. La temperatura bajaba muy rápido, y con el cielo totalmente azul, sabíamos que esa noche también helaría.

Cenamos unos macarrones bien calentitos, y nos metimos en el saco deseando coger el sueño antes de que el frío viniera a visitarnos.

Martes 23 de Octubre del 2018: Laguna Torre y vuelta a El Calafate

Como cada día, nos despertamos pronto para ver el amanecer. Cuando llegamos a la laguna, su aspecto era muy diferente al del día anterior: Se había congelado por completo. Una capa de hielo cubría toda la superficie, dejando a flote e inmóviles los icebergs. Con los trípodes y las cámaras preparadas, y sin dejar de mirar expectantes el Cerro Torre, por fin vimos aparecer ese color rosado en lo más alto de los picos. Mientras el sol iba saliendo, poco a poco iba bañando de color rosa los picos, reflejando las luces sobre el lago. De un momento a otro todo se tornó de un naranja increíble.

A -5 grados todo se había congelado aquella noche, excepto nosotros dentro de nuestros sacos.

Con una velocidad de caracol, y con muchísima pereza por el cansancio acumulado, fuimos recogiendo el campamento. Teníamos la menta puesta en llegar al pueblo y darnos una ducha. Desde luego la necesitábamos.

Los últimos kilómetros hasta el Chalten se hicieron eternos y aunque salimos a las 8:30 de la mañana, no conseguimos completar la ruta hasta las 13:00 de la tarde. Llegar al coche y quitarnos las botas fue la mejor sensación. Y aún fue mejor cuando nos sentamos en una cafetería a zamparnos un pedazo de tarta gigante mientras tomábamos un café y descansábamos.

Después condujimos de vuelta hasta El Calafate donde de nuevo hicimos noche en las Cabañas Nebis y por fin pudimos dormir sobre un colchón después de darnos una buena ducha y quitarnos la mugre de los días 🙂

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