Islandia: Dia 4

DÍA 4.30 MAYO 2012
A las 7:00 de la mañana ya estamos con los ojos como platos. Es un placer abrir la tienda y que lo primero que veas sea la cascada, y un día espléndido y caluroso. Lo único malo son los mosquitos. Al ser una zona con humedales, los hay en abundancia. Por suerte no nos hemos llevado ningún picotazo.
Hemos bajado a desayunar en la casita del camping. Debo decir que las instalaciones están muy bien. Está todo súper limpio y cuidado, los dueños son muy amables y hay un pequeño bar-cafetería y cocina enorme.
Hemos desayunado como reyes, batido de chocolate con cereales y galletas con nocilla.
Hemos recogido la tienda sin prisa, disfrutando del calorcito del sol. El bus ha llegado puntual, a las 11:00. Solo había dos asientos libres! Uno más y nos quedamos en tierra… Nos hemos despedido de este maravilloso lugar y nos hemos puesto rumbo a Skogar.
Skogar es un pequeño pueblo en el sur de la isla. Está cerca del mar y posee una de las cascadas más grandes de Islandia, con la friolera de 62 metros de caída de agua.
Por el camino hemos podido ver decenas de cascadas cayendo de los acantilados. No exagero, es una barbaridad. No deja de fluir agua por todas partes. Ésta viene del deshielo de los glaciares.
Si miro por la ventanilla de la derecha veo extensos campos repletos de flores amarillas. Y ovejas, muchísimas ovejas y cada una de ellas con dos corderitos. Por la ventana de la izquierda, en cambio, se yerguen altos acantilados y montañas. Y al fondo, cubierto por las nubes, están los glaciares.
Hemos reconocido Skogafoss kilómetros antes de llegar. Es tan inmensa que es imposible no fijarte en ella. No hemos parado de hacer fotos. Hay una leyenda que cuenta que un colono llamado Prasi escondió un cofre lleno de oro detrás de la cascada. Pues a ver quién es el valiente que se mete ahí, porque solo con acercarte acabas empapado. Al acercarte, una fina capa de agua comienza a rodearte y el sonido se vuelve estruendoso. Parece que estás en la boca del lobo.
Hemos dejado las mochilas y hemos subido hasta lo alto de la colina, por la ladera que esconde a Skogafoss. Las vistas desde arriba eran asombrosas, eso sí, da un pelín de vértigo.
Después de comer un bocata hemos decidido ir al siguiente pueblo, a unos 15 kilómetros de allí. Como el bus no pasaba hasta después de 5 horas, hemos ido andando hasta el cruce de la carretera principal… Por el camino nos hemos cruzado con dos chicos. Cada uno de ellos llevaba 3 caballos, e iban montados sobre uno de ellos. Al pasar por su lado nos han preguntado hacia dónde nos dirigíamos. Al decirles que íbamos a Vik, se han reído. “A pie vais a tardar 2 semanas!!”. Pues a Guille y a mí no nos había parecido que estuviera taaan lejos… Nos han ofrecido Whisky en una botella de agua. Los que nos faltaba con el calorazo y los 25 kilos de peso de la mochila… pa’ caernos redondos. Nos han contado que eran Islandeses, del Norte, y que estaban dando la vuelta a la isla en caballo. Llevaban 3 cada uno para ir turnándolos, y no cansarlos. Al decirles que éramos españoles, uno de ellos se nos ha puesto a hablar en castellano con acento andaluz. Ha sido muy gracioso.
El camino está repleto de flores lilas y violetas que nos alegran la marcha. Al llegar al cruce de la carretera no habíamos andado ni un mísero kilómetro y ya estábamos desechos. Así que hemos hecho dedo, porque si no iba a ser verdad lo que nos habían dicho los chicos de los caballos y el whisky…
Los 3 primeros coches han pasado de nosotros. El cuarto ha parado: Una pareja de austriacos muy simpáticos. Les hemos indicado nuestro destino y nos han comentado que ellos también se dirigían hacia allí, y que no les importaba llevarnos. Nosotros por un lado estábamos encantados de que nos llevaran, pero por otro no entendíamos como íbamos a caber en los asientos traseros de un MICRA dos personas con 2 mochilas que eran como persona y media de grande. Pues aunque no os lo creáis, hemos cabido, aunque casi me da un ataque de asfixia.
Nos hemos dirigido hacia Dyrholaey, al oeste de Vik. Es una zona costera muy chula, con altos acantilados sobre el mar. Éstos albergan aves durante la época de migración, sobre todo frailecillos. Pero en vez de frailecillos hemos visto gaviotas, y a cuenta de estas no hemos podido hacer noche allí, por ser una zona protegida en esta época del año y estar prohibida la acampada. Así que se nos ha chafado el plan. La idea inicial era poder hacernos el atardecer, pero no ha podido ser. Nos hemos tenido que conformar con una luz pésima y con un frío del carajo.
Los austriacos ya se habían ido para entonces, y teníamos que conseguir otro coche para llegar a Vik. Hemos ido andando un buen rato, hasta que unos Americanos nos han recogido y nos han llevado hasta un desvío. En ese punto hemos tenido que seguir el camino andando, y al de otro rato nos han recogido unos franceses y nos han llevado hasta Vik. Esto del autostop es la bomba, y en España es casi impensable…
Nos han dejado en la entrada del camping, y cuál es nuestra sorpresa al encontrarnos con nuestro amigo Alemán! Qué majo! Hemos montado la tienda al lado suyo y nos hemos ido a hacer unas fotillos y a visitar el pueblo, famoso por su iglesia y sus acantilados rocosos. Lo que más nos han impresionado han sido las flores. Está repleto!
Al volver, nuestro amigo Jork ( El Alemán) nos ha dicho que mañana se dirigiría a Jokulsarlon, y que si nuestro destino le pillaba de paso, nos llevaría en coche hasta allí. No hemos podido tener más suerte! Hemos cenado a gusto, la sopa nos ha sabido a rayos pero estamos contentos. Hoy dormiremos como lirones.