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Costa Noroeste EEUU – Día 5

// Author: Marina // 0 Comments

Costa Noroeste EEUU – Día 5

 Portland – Silver Falls – Koosah Falls

El despertador suena a las 6:00. Intentamos madrugar todo lo que podemos para que estos días, en los que el cielo está totalmente despejado, no nos moleste el sol. Desayunamos en el motel y cruzamos Portland en coche rumbo a las cascadas de Wahkeena, Fairy, Mutnomah y Wahclella. Todas ellas están en la frontera de Oregón con Washington.

Pero después de atravesar Portland, nos llevamos una sorpresa al ver que la salida de la autopista está cerrada a causa de un incendio. No nos lo podemos creer. Paramos en una gasolinera a preguntar y los dueños – muy amables y mexicanos, lo cual agradecemos ya que nos atienden en Español – nos explican que este verano los incendios han arrasado muchos de sus montes, y que el acceso no está permitido. Aún no han apagado las llamas por lo que las carreteras por toda la zona están cerradas. Vaya chasco…

Pero bueno, no nos queda otra. ¡Cambio de planes! Cogemos nuestro querido google maps y nos vamos al siguiente punto que tenemos marcado: Silver Falls. Conducimos algo más de una hora y conseguimos llegar antes de las 10:00. Aquí las distancias se nos hacen enormes, ya lo veis. El parking aún está vacío cuando llegamos así que parece que seremos los primeros en llegar a pesar de todo. Como es lunes seguro que podremos visitar el parque con más tranquilidad que ayer.

La Ruta de las Silver Falls está compuesta por más de una decena de cascadas. El recorrido tiene una duración de 4 horas pero aún así decidimos ponernos en marcha. Por suerte las cascadas están escondida y rodeadas de árboles muy altos, por lo que se encuentran en sombra. Es genial porque nos va a permitir hacer fotos sin tener que lidiar con el sol. Además no hace mucho calor, de momento.

La primera cascada está a dos minutos del parking. La caída es larguísima y por suerte, a pesar de ser septiembre y después del verano más caluroso jamás registrado en Estados Unidos, aún queda agua. Esto nos motiva bastante y nos da ánimos para hacer la ruta completa.

El camino serpentea por el interior de un cañón siguiendo el curso del río. Lo bonito es que la gran mayoría de las cascadas son accesibles desde arriba, y desde abajo. Algunas incluso desde detrás de la caída. Se accede a ellas desde grutas que han sido creadas por la lava. Es muy fácil acercarse a las cascadas y se pueden fotografiar desde diferentes puntos.

La verdad es que si este lugar está bonito en septiembre, no nos podemos imaginar cómo serán en otoño. Tienen que ser espectaculares con los árboles amarillos y llenas de agua.

La gran mayoría de las cascadas traen agua (excepto una). Por la ruta vamos haciendo paradas para hacer fotos desde todas las perspectivas. Paramos también para comer un bagel de jamón y queso y coger fuerzas.

Y el camino, a pesar de ser largo, se hace muy ameno. Hace calor pero hay mucha vegetación y la mayor parte del tiempo caminamos debajo de árboles. Terminamos la ruta circular en el parking, y para reponer fuerzas tomamos un cafelito en el bar den Centro de Interpretación.

Nos ponemos rumbo a un observatorio llamado “Dee Wright” en lo alto del monte Washington. Después de recorrer un buen trecho, el desvío que nos lleva hasta allí también esta cerrado, cómo no, por un incendio. No nos lo podemos creer. Es alucinante, parece que esté ardiendo la mitad del país. Nos da una pena tremenda… Volvemos a cambiar de planes, y para acabar el día decidimos seguir con la ruta de cascadas. A unas horas de aquí está Koosah Falls.

Por el camino paramos a hacer unas fotos a un campo en el que cultivan pinos enanos para vender árboles de navidad:

Como el plan ha cambiado repentinamente, tenemos que buscar un nuevo camping. Aquí anochece a las 19:15, por lo que la tienda tiene que estar montada para esa hora… si no tendremos que hacerlo a oscuras. Se nos hace tarde así que la visita a Koosah Falls es bastante rápida.

La cascada es tremenda (21 metros). Solo acercarnos el sonido del agua contra el suelo es ensordecedor, y la temperatura desciende unos cuantos grados. El agua tiene que estar helada. Está anocheciendo y la luz es preciosa. Queremos, como sea, bajar hasta la cascada. Pero no hay un camino que llegue hasta allí por lo que para los visitantes la foto solo se puede hacer desde arriba.

No puede ser, tiene que haber alguna manera de bajar. Se hace de noche pero no podemos quedarnos sin ver este sitio y sabemos que tiene que haber alguna manera de llegar al río. Así que nos ponemos a investigar cual es la zona menos empinada para arrastrarnos hasta abajo. La tierra está muy seca y la pinocha hace que al mínimo traspiés te resbales hasta abajo, así que vamos prácticamente sentados y arrastrándonos hasta que llegamos.

Me gustaría haberme acercado más a la orilla. Sacar esa foto que tenía en mente. Pero no quiero arriesgarme a acercarme más, el agua baja con muchísima fuerza y es muy peligroso. Sin embargo el lugar es tan bonito… El agua es de un color turquesa intenso y los árboles están cubiertos de musgo, verde eléctrico. Creo que es la cascada más bonita que he visto en este viaje.

Guille me saca de mis pensamiento y me recuerda que se hace de noche, y que aún no tenemos un camping donde pasar la noche.

Volvemos a la cartera para intentar encontrar un camping a tiempo. Por el camino parece que hay niebla, pero nada que ver con eso. Es humo. El humo de los incendios que se extiende por todas partes.

A medida que vamos avanzando, empezamos a asustarnos más. Hay carteles de “Peligro por incendio” en cada curva y decidimos parar en una Ranger Station para informarnos. En un cartel hay colgados unos mapas en los que se indica dónde están los fuegos activos y cuáles son las zonas que se encuentran en riesgo de incendio.

Las zonas están divididas en tres: Zona 1 (peligrosa), zona 2 (preparada para la evacuación en cualquier momento) y zona 3 (Evacuación inmediata). Nos damos cuenta de que nos encontramos en zona 3. No hay campings abiertos en ninguna parte porque, lógicamente, está prohibido acampar. Por eso no encontrábamos ninguno. Empezamos a ponernos nerviosos.

Así que arrancamos para alejarnos rápidamente de allí y llegar a otro punto en el que no nos encontremos en peligro. Pasamos a la zona 2, y por fin encontramos un camping de pago, y abierto. Es casi de noche así que hoy dormiremos dentro del coche, por no tener que montar la tienda. Los dueños del camping son unos abuelos adorables que nos atienden amistosamente y nos dan el último hueco libre del camping. MENOS MAL. Al ser el único camping abierto en la zona está repleto de gente.

Nos damos una ducha para refrescarnos ya que ha sido un día de muchísimo calor (32 grados) y cocinamos mac and cheese al sabor del camping gas antes de dormir.

Sin duda ha sido un día de muchas aventuras… ¡Y mañana tocan más!

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